miércoles, 27 de noviembre de 2013

De camino al final, de Christopher Barzak

Me dije a mí mismo que ese tipo de cosas estúpidas simplemente ocurían. Ocurrían todo el tiempo. Un día eres un quinceañero mediocre con unos padres que se pelean constantemente y un hermano que la paga contigo porque cree que mola humillarte en público y entonces, de repente, pasa algo que empeora las cosas. En serio, no es que yo sea morboso.


Portada del libro "De camino al final", de Christopher Barzak 
Editorial: La Factoría de Ideas
 
Fecha de publicación:
12/2012
 
Páginas:
320
 
ISBN:
978-84-9800-544-8

Precio:
20,95€ (comprado de saldo a 4€)
 



SINOPSIS
Adam McCormick es un adolescente de quince años cuando uno de sus compañeros en el instituto, Jamie Marks, es asesinado. No eran demasiado amigos, pero Adam le tenía aprecio a Jamie y empieza a preguntarse cosas sobre su asesinato y sobre la vida y la muerte, en general. Esto lo lleva a trabar con el fantasma de Jamie la amistad que no tuvo con él cuando estaba vivo.


AUTOR
Christopher Barzak es un escritor estadounidense, que ha trabajado como profesor de instituto y profesor de escritura en la universidad. Ha escrito varias historias cortas, recibiendo algunos reconocimientos. También ha visto reconocido su trabajo con sus dos novelas publicadas, De camino al final y The Love we Share Without Knowing.


TRAS LA LECTURA
En "De Camino al Final", Christopher Barzak nos hace un recorrido por la adolescencia, los problemas hogareños de una familia humilde a la que le sobrevienen las dificultades y, como no, la muerte. Pero desde la perspectiva (y la narrativa en primera persona) de Adam. El adolescente que empieza no sólo a vivir y a interactuar como cualquier chico de su edad, sino a cuestionarse su entorno desde un punto de vista más profundo, pensando en el por qué de las cosas, en su sentido primario, en su finalidad.

El desencadenante es la muerte de un compañero de instituto. No es que Adam quede profundamente traumatizado por el hecho en sí, "esas cosas pasan", como dice él mismo, sino que reflexiona sobre el comportamiento de todo el mundo tras ese incidente, sobre el ser humano en sí, focalizado en el pequeño pueblo donde vive, en el instituto al que asiste, en los miembros de su hogar.

Tiene también la particularidad, de que Adam se encuentra con el fallecido. No simplemente que ve al fantasma, como alguna gente dice ver, sino que lo busca, que no rehúye su contacto, y que incluso llega a formar una amistad con él, la amistad que realmente no llegaron a tener cuando el chico estaba vivo. Y es a través de esta amistad, cuando Adam se separa un poco del mundo de los vivos y entra más en el de los muertos, cuando empieza a hacer cosas raras, ahora visibles al exterior. Cuando empieza a sentirse más unido a una persona que ya ha fallecido, que a las personas que viven con él el día a día.

El estilo en que está narrado es sencillo, con un tono en el que predomina la ironía, pero también a veces la candidez del narrador en primera persona, un adolescente al que le cuesta relacionarse. Usa un lenguaje sencillo y con metáforas ocurrentes, a veces ingeniosas, otras graciosas. Se hace bastante fácil y ligero de leer.

Así pues, el libro está lleno de reflexiones, a veces simpáticas, a veces irónicas, otras absurdas. Pero nos hace reflexionar y pensar, en todo caso. Muy buenos los momentos en los que Adam ve su cuerpo desde fuera y habla de él como "el cuerpo", como esa masa de carne que le pertenece y lo ata a los sentidos. Pero no sólo es una reflexión sobre la vida y la muerte, también lo es sobre la dificultad de los padres para educar y entender a sus hijos, de cómo muchas veces pasamos a ignorarnos mutuamente intentando tener un bienestar en el que nadie es feliz, conviviendo en nuestro hogar con personas a las que realmente no conocemos.

Hay que decir que hay tramos de la lectura que resultan muy surrealistas, como si se mezclaran sueños con la realidad, como si no supiéramos si el protagonista de verdad está viviendo lo que narra o si está alucinando. Estos tramos a veces enlentecen y se hacen más pesados de leer pues, al fin y al cabo, el elemento fantástico no es el motor que tira de este libro. Sin embargo, no llegan a ser grandes molestias, no son lastres que resten lo positivo del conjunto.

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