domingo, 9 de diciembre de 2012

La tregua, de Mario Benedetti

Cuando pensamos en esa palabra Vida, cuando decimos, por ejemplo, «que nos aferramos a la vida», la estamos asimilando a otra palabra más concreta, más atractiva, más seguramente importante: la estamos asimilando al Placer. Pienso en el placer (cualquier forma de placer) y estoy seguro de que eso es vida.


Portada de "La tregua", de Mario Benedetti

Editorial: Punto de Lectura

Fecha de publicación: 2009

Nº páginas: 208

ISBN: 9788466322874


Precio: 8€



SINOPSIS
Martín Santomé, ciudadano de Montevideo, está a punto de jubilarse de su trabajo en la oficina como contable. Es viudo y ha criado a tres hijos prácticamente él solo. Poco espera ya de la vida y de la nueva etapa que se abre ante él. El momento que vive y lo poco que piensa que le queda, le hacen reflexionar.



AUTOR
Mario Benedetti (1920-2009) fue un poeta y escritor uruguayo, de la Generación del 45 (generación destacada de escritores de Uruguay). Escribió más de 80 obras, algunas traducidas a más de 20 idiomas.
Joan Manuel Serrat en el disco "El sur también existe" puso música a algunos de sus poemas.
Entre sus libros se encuentran La tregua, El cumpleaños de Juan Ángel, Gracias por el fuego y Primavera con una esquina rota.



MI OPINIÓN
Este libro está escrito en forma de diario, con lo que tiene eso de atrayente. Y es que soy de la opinión de que los libro-diario, sean mejores o peores, más interesantes o menos; no dejan de ser lecturas que apelan a ese instinto cotilla-morboso-voyeur que llevamos dentro. Hay que reconocerlo: nos gusta eso de asomarnos a la intimidad ajena.
Escribir una historia en este formato también es un arte, y requiere de unas técnicas y efectos distintos a los que pueda haber en cualquier novela, y en este caso, el autor los maneja a la perfección.

Había oído hablar antes de Mario Benedetti y su estilo, por eso quería leer algo suyo. Tiene un estilo impecable y un dominio buenísimo de las letras, llegando a impregnar algunos fragmentos de un lirismo envidiable. Aunque en este caso, al tratarse de un diario, no es lo que predomina. Hay también otros fragmentos de una simpleza y una cotidianidad que sorprenden, pues son totalmente creíbles y ayudan a la atmósfera de la narración. Algo que me he encontrado son algunos latinismos, comprensibles por ser un autor uruguayo y estar la historia ambientada en ese país. Pero no es nada que dificulte en exceso la lectura ni que se haga notar en demasía.

Nos encontramos con reflexiones personales, algunas que incluso pueden molestarnos mientras las leemos por el hecho de que nos conciernen, nos hacen hacer autocrítica y puede que no nos guste. Nos hace contrastar nuestras creencias y reflexiones sobre algunas situaciones, con las del escritor del diario, y ese ejercicio de autoreflexión y autocuestionamiento no siempre es fácil.

El protagonista, al estar en edad de jubilación, piensa mucho qué hará con su tiempo en adelante, si merece la pena o no la vida, la dependencia de las personas por la rutina y el vacío que se abre ante ellas cuando esa rutina desaparece. El propio deterioro de la persona, que viene de la misma existencia y de los años acarreados, el pensar si lo mejor se ha dado y se ha vivido ya, o aún queda algo por disfrutar o por ofrecer a la vida.
Pero no sólo eso, también encontramos reflexiones sobre la familia, los hijos, las relaciones interpersonales en sí, el cómo nos conocemos unos a otros por la parcialidad de la persona que mostramos ser, y el cómo esa parcialidad no es la misma para todos, de manera que, si dos personas que nos conocen se juntan y hablan de nosotros, puede que piensen que conocen a alguien distinto.

También hay en el libro un hueco para la esperanza y el optimismo, en esa figura de Avellaneda, la chica joven que llega a la oficina. Ese soplo de aire fresco que aporta. Y la madre de Avellaneda, que aunque apenas aparece, se adivina toda una filósofa de la vida, con pensamientos muy interesantes.

Quedan por otra parte, bien enmarcados y retratados tanto la situación sociocultural de Uruguay en la época en la que está ambientado 1958-1959. Hay pasajes que se podrían pensar que son machistas y otros que nos puedan sonar rancios, pero son simplemente realistas, en esa ambientación (que no está tan lejana).

En definitiva, muy buen libro, que se puede disfrutar con el añadido de los diarios: capítulos cortitos que nos dejan espacio para abandonar la lectura unos minutos y reflexionar sobre lo leído.

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